La Universidad de Salamanca trabaja para conmemorar el V Centenario de la Escuela de Salamanca. Y ya vemos algunas de las actividades que nos vienen a recordar aquella época iniciática de la Universidad de Salamanca, cuando se pusieron las bases de muchos de los valores y creencias que constituyeron los cimientos de nuestra sociedad moderna, valores que siguen siendo un faro que alumbra nuestra civilización. Economía, sociedad, filosofía, convivencia en paz, respeto a la dignidad humana, se empezaron a fraguar por parte de un grupo de intelectuales pioneros y adelantados a su tiempo. Hoy ha venido a hablar de esta Escuela de Salamanca otro intelectual reconocido, premiado con el Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2018 (otro gran año para nuestra Universidad). Se trata del profesor de la Universidad de Harvard, Michael Sandel.
Sandel ha participado en el ciclo de conferencias del V Centenario de la Escuela de Salamanca, una actividad organizada por la Cátedra Fundación Tatiana – Escuela de Salamanca. Presidía el acto la vicerrectora de Estudiantes, Marta Gutiérrez Sastre. Le presentaba la profesora de Filosofía, experta en la Escuela de Salamanca, María Martín Gómez.
Antes de comenzar su conferencia, sobre Francisco de Vitoria, Sandel respondía a los medios de comunicación. Incidió en que la Escuela de Salamanca creó un nuevo esquema en las relaciones internacionales aplicando el concepto de Justicia, creando construcciones perfectamente aplicables al mundo real, que ahora asumimos como normales, pero que fueron revolucionarias en ese momento, como los conceptos de guerra justa/guerra injusta. Habló del pensamiento de Francisco de Vitoria quien trabajó en esos conceptos, relacionando la Filosofía con la Justicia.
Sandel explicaba otra de las claves de su conferencia: la meritocracia y lo que puede suponer un sistema basado exclusivamente en el mérito, que , a su juicio, provoca o contribuye a facilitar políticas de resentimiento y dar entrada a las fuerzas populistas que estamos viendo en las políticas actuales.
Uno de los últimos libros de Sandel, “La Tiranía de la Meritocracia” , trata de este asunto y analiza este término en profundidad. Un concepto según el cual todo el mundo debe disfrutar de las mismas oportunidades, lo que en teoría garantizaría que los que lleguen a lo alto habrían conseguido el éxito por sus propios métodos. Pero es teoría, ya que ha afirmado que “el primer problema es que las oportunidades en realidad no son iguales para todos”.
Se le preguntó por su presencia en Salamanca. Habló del gran prestigio de la Universidad de Salamanca, del honor y el privilegio que es estar aquí (es su primera visita). Remarcaba que se siente muy identificado con el pensamiento de la Escuela de Salamanca (aunque no se considera un experto en la misma).
Concluía este encuentro con los medios con la pregunta de su opinión sobre las críticas de Trump contra las universidades, los medios de comunicación y la justicia. ¿Cómo afecta este comportamiento del presidente del país a la democracia?
Entiende que es un camino peligroso, este ataque no solo para la libertad académica sino también para la sociedad civil.
Opinaba también sobre el impacto de las fake news y el peso que tienen en la construcción de la democracia. Decía que la desinformación que generan esas falsas noticias es letal, más cuando es el propio presidente del país el autor de las mismas. La democracia, decía, depende de que las personas se comuniquen y se escuchen unas a otras, y debatan sus diferencias libremente.
El vínculo de Sandel con nuestro país podríamos decir que viene de siglos atrás, como manifestaba en su discurso del Premio Princesa de Asturias. En aquel momento declaraba que ” mis vínculos familiares con España que se remontan a más de 500 años, a 1492, cuando los judíos de España fueron expulsados por la Inquisición. Mi esposa Kiku Adatto es una judía sefardí cuya familia tiene sus orígenes en Sevilla… Su lengua materna era el ladino, el idioma judeoespañol escrito con caracteres hebreos. Kiku creció cantando canciones en ladino…La herencia sefardí de la familia era tan fuerte que, en 1992, en el 500 aniversario de la expulsión, Alberto (el padre de Kiku) los llevó a todos, incluidos sus hijos y nietos, a Sevilla, para renovar sus lazos con España”.