Esta mañana hemos entrevistado en la radio al profesor Alfonso Sánchez Hormigo, presidente de la Sección Aragonesa de la Fundación Ernest Lluch. Además de ilustrarnos y muy bien sobre la Escuela de Salamanca y su radical importancia en nuestro bagaje cultural, ha tenido la enorme amabilidad de brindarnos un artículo que os compartimos, en memoria de Ernest Lluch que un día como hay, al caer la tarde, como ahora, era asesinado por el terrorismo de ETA. Hoy se le ha recordado en el Palau. Importante conservar la memoria, también como aviso de lo que nunca más deberá pasar.

La hija de Ernest Lluch, Eulàlia Lluch y el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, durante el acto por los 25 años del asesinato de Ernest Lluch. David Zorrakino / Europa Press

PERSPECTIVAS, por Alfonso Sánchez Hormigo

No olvides
Recuerda todas las fechas.
Recuerda todas las cosas.
Limita con blancas nubes
el jardín de tu memoria,
Muérete debajo de ella,
bajo su sombra.
Manuel Altolaguirre

Si recordar es tener en la mente algo o alguien del pasado, o «volver a pasar algo por el corazón», déjenme recordar en estas líneas al maestro y amigo de tantos de nosotros, Ernest Lluch i Martín, profesor universitario, político honesto, intelectual comprometido, defensor del diálogo y del acuerdo social, quien tal día como hoy hace veinticinco años, al caer la tarde, fue vilmente asesinado en el garaje de su domicilio en Barcelona por tres miembros de la banda terrorista ETA. Catedrático en la Universidad de Barcelona, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y político de relevancia (diputado socialista por Gerona, portavoz del PSC en el Parlamento español y ministro de Sanidad y Consumo en el primer gobierno socialista e impulsor de la Ley General de Sanidad que universalizó la sanidad en nuestro país), fue bien conocido del público en los años ochenta y noventa; sin embargo, las generaciones más jóvenes apenas saben quién fue y solo algunos han recibido ecos lejanos del brutal asesinato. A ellos les quiero recordar que el profesor Ernest Lluch tuvo un gran protagonismo en Aragón, ya que desde los años setenta visitó con asiduidad nuestra Comunidad, al principio por motivos políticos y, más tarde, académicos. Dirigió tesis doctorales, formó parte de tribunales académicos y promovió encuentros científicos que tuvieron gran trascendencia, ya que en el primero de ellos, celebrado en 1991, se sembró el germen de lo que más adelante sería (y sigue siendo) la Asociación Ibérica de Historia del pensamiento económico.

Zaragoza se convirtió en la ciudad neutral entre dos grupos: el de Madrid por un lado y el de Barcelona, Valencia y, desde entonces Zaragoza, por otro. Por ese motivo, el escritor y periodista Joan Esculies al escribir la obra que obtuvo el premio Gaziel de biografías en 2018, Ernest Lluch. Biografía de un intelectual agitador, calificó a Zaragoza como la ciudad de la paz «ciutat de pau», ya que sirvió como territorio de conciliación en donde a partir de entonces se celebraron múltiples congresos y workshops. El profesor Lluch estaba en todos los ajos y no dejaba de impulsar proyectos; por supuesto, también en Aragón. Coincidiendo con una actuación en el Teatro Principal del ballet de su gran amigo, el bailarín Víctor Ullate, en la primavera de 1995, quiso invitar a cenar al entonces consejero de Economía y más tarde presidente del Gobierno de Aragón, su exalumno y amigo Santiago Lanzuela, en una pizzería (Lluch era muy austero y algo jansenista). A lo largo de una entrañable cena (que el consejero no nos dejó pagar) se fraguó un proyecto de investigación sobre economistas aragoneses que bajo su dirección y con la colaboración de nuestro añorado Eloy Fernández Clemente pusimos en marcha al año siguiente con la ayuda del Gobierno de Aragón. El proyecto dio lugar a la recuperación de la Biblioteca de Economistas Aragoneses, más adelante renombrada Biblioteca Ernest Lluch de Economistas Aragoneses, en la que bajo el sello editorial de la Institución Fernando el Católico, dirigida por el profesor Carlos Forcadell, aparecieron una docena de títulos, entre ellos, dos de Lluch- que recogían el pensamiento de los escritores de economía aragoneses desde la época mercantilista hasta nuestros días. El profesor Ernest Lluch tenía predilección por dos espacios públicos de Zaragoza: el Salón del Trono del Palacio de Sástago, que le recordaba, decía, a alguna logia masónica parisina (no se deben sacar conclusiones de ello) y el Palacio de la Aljafería, en cuyo Salón Sur efectuó la presentación de algunas publicaciones suyas o de algún discípulo aragonés. Precisamente  fue en diciembre de 1999, un año antes de ser asesinado, cuando hizo su última aparición pública (la presentación de un libro) en el citado salón del Palacio de la Aljafería.
Lluch estuvo por última vez en Zaragoza el día 3 de septiembre de 2000. Regresaba con su compañera Montserrat Lamarca de San Sebastián, donde había pasado las vacaciones y, el último día del mes de agosto, comiendo «casi a escondidas» en un asador del puerto de Guetaria, nos comentó que le habían ‘sobrado’ las dos últimas semanas en San Sebastián. Se sentía perseguido y solicitó protección a la Delegación del
Gobierno en Cataluña, siéndole denegada, por existir otras prioridades; según se le comunicó, otras personas corrían un riesgo superior en  aquel momento.
En su visita a Zaragoza me entregó las pruebas de un libro que iba a aparecer con inmediatez: Aragonesismo austriacista (1734-1742). Escritos del conde Juan Amor de Soria. El 21 de noviembre tenía que haberse dado a conocer el libro, finalmente se decidió posponer la  presentación al 12 de diciembre y por ese motivo se encontraba en Barcelona el día fatídico.
Parece que no era la primera vez que los terroristas iban a su casa y hubieran vuelto otra vez de no haberlo encontrado ese día; las órdenes venían de arriba y estaba en la lista del exterminio. Siempre he dudado de si quien apretó el gatillo, cuyo nombre es conocido y se encuentra en prisión, sabía a quién estaba disparando. Naturalmente en su declaración ante el juez dijo que eliminó a Lluch por ser un representante de un gobierno«español»opresor de Euskadi y también, pásmense, porque era muy fácil matarlo, lo que era estrictamente cierto; vivía sólo, a ratos con su hija mayor, Eulalia y hacía siempre el mismo recorrido de la Facultad de Economía en Pedralbes a su casa en la avenida de Chile. A los dos años de su muerte, se constituyó en Barcelona la Fundación Ernest Lluch que custodia su memoria y desarrolla sus actividades promoviendo sus ideas y, muy especialmente, fomentando el diálogo. Tres años después se constituyó la sección aragonesa de la Fundación, dándose a conocer en un emotivo acto en la Sala de la Corona de Aragón, al que asistieron quinientas personas y durante el que se presentó una recopilación de textos de Ernest Lluch con el título de Escritos Aragoneses. Desde hoy, día en el que se celebra un acto solemne en su recuerdo, en el Palau de la Generalitat, hasta el 21 de noviembre de 2026, la Fundación Ernest Lluch dedicará numerosos actos a recordar su figura. La sección aragonesa con la colaboración conjunta de nuestra universidad, la Fundación Basilio Paraíso de la Cámara de Comercio, la Fundación Ibercaja y HERALDO, prepara diversos actos que comenzarán en el mes de enero con la conferencia anual en recuerdo de Ernest Lluch que pronunciará Josep Borrell y continuará con el ciclo Primera Plana de la Economía en el Patio de la Infanta y otros seminarios que se darán a conocer. Si recordar es «volver a pasar por el corazón», aquí nos tiene profesor. Aunque «las nieblas del viento platearon nuestra sien», seguimos trabajando (eso nos lo contagió) y también volviendo la mirada hacia arriba esperando que le lleguen nuestras palabras.

 

El artículo ha sido publicado por El Heraldo de Aragón. Alfonso Sánchez Hormigo es doctor en Historia Económica y dirige la Cátedra Ernest LLuch de la Universidad de Zaragoza.